10 oct 2013

LITERATURA

Kuwada y los Kata

Richard Kim, "The Weaponless Warriors", 1974. Ohara Publications, USA.

Donde falte la moralidad del karate, no existe karate.
Hubo una vez un hombre así, llamémoslo Kuwada.
Kuwada había comenzado su entrenamiento en las artes marciales con el deseo de ser temido por todos los hombres. Pero pronto descubrió que no existían atajos en su camino desde principiante a maestro.
Desanimado por el entrenamiento incesante de kata, Kuwada le preguntó a su sensei, "Cuando aprenderemos alguna otra cosa? He estado aquí bastante tiempo y es kata, kata, kata todos los días."
Cuando su sensei no le respondió, Kuwada fue donde el asistente del maestro y le hizo la misma pregunta. Este le respondió: "El entrenamiento de kata es para pulir la mente. Es mejor rasurar tu mente que tu cabeza. Entiendes?"
Kuwada no entendió y en protesta dejó el dojo, embarcándose en una notoria carrera como el mejor luchador callejero en Shuri. Era duro, sin duda. "Una pelea por noche", era su dicho, siempre alardeaba "no le temo a ningún hombre viviente."
Una noche, Kuwada vio a un extraño caminando calmadamente siguiendo una pared de rocas. Kuwada se irritó al ver tal compostura en otra persona. Corrió rápidamente al cruce de camino y esperó a que pasara el hombre.
Cuando lo hizo, Kuwada saltó y le tiró un golpe de puño, pero el hombre esquivó el golpe y le tomó el brazo. A medida que tiraba a Kuwada hacia él, lo miraba fijamente a los ojos. Kuwada trató de zafarse, pero no pudo. Por primera vez en su vida Kuwada sintió una sensación extraña, miedo a la derrota.
Cuando el hombre lo soltó, Kuwada corrió, pero miró por sobre su hombro para ver al hombre caminando calmadamente como si nada hubiese sucedido. Kuwada averiguó posteriormente que aquel hombre era un maestro de kata, un artista marcial que nunca en su vida había peleado.

Aquel que se domina a sí mismo es el más grandioso de los guerreros. Esta es la cosa más obvia para un maestro en las artes marciales.

LITERATURA

El Discípulo de Musashi
Por Taisen Deshimaru
Del libro "The Zen Way to the Martial Arts" Penguin/Arkana.

Les contaré la historia del samurai quien vino a ver al legendario maestro Miyamoto Musashi y le pidió que le enseñara la verdadera vía de la espada. El maestro aceptó. Una vez su discípulo, el samurai utilizaba todo su tiempo, como le había ordenado su maestro, cargando y cortando leña y yendo a buscar agua desde un distante manantial. Hizo esto todos los días por un mes, dos meses, un año, tres años. En la actualidad cualquier discípulo se habría arrancado a la semana o hasta unas pocas horas, pero el samurai continuó, y en el proceso formó su cuerpo. Al final de tres años, a pesar de todo, se hartó y le inquirió a su maestro, "Qué tipo de entenamiento me está dando? No he tocado una espada desde que llegué. Ocupo todo mi tiempo cortando leña y cargando agua. Cuando me va a iniciar?"
"Está bien, está bien", respondió el maestro. "Ya que lo deseas, ahora te enseñaré la verdadera técnica".
Le ordenó que fuera al dojo y ahí, día tras día, desde la mañana hasta la noche, el discípulo tuvo que caminar alrededor de la orilla externa del tatami, paso a paso alrededor del salón sin nunca perder el paso.
Así pues el discípulo caminó alrededor de la orilla del tatami por un año. Al final de ese tiempo le dijo a su maestro, "Soy un samurai, tengo una larga experiencia con la espada y he conocido a otros maestros de kendo. Ninguno me ha enseñado de la manera que usted lo hace. Ahora, por favor, enséñeme la verdadera vía de la espada".
"Muy bien," dijo el maestro. "Sígueme."
Lo guió lejos en las montañas a un lugar donde un tronco de árbol hacía de puente por encima de una quebrada profunda, escabrosa de profundidad aterradora.
"Muy bien," dijo el maestro, "crúzalo."
El samurai no entendía lo que su maestro quería decir; cuando miró hacia abajo, titubeó, retrocedió y no pudo convencerse de cruzar.
Repentinamente se escuchó un sonido de golpeteos detrás de ellos, el sonido del bastón de un hombre ciego.
El ciego, sin prestarles atención, los pasó y golpeteando se guió firmemente por encima del abismo, su bastón por delante.
"Ahh," pensó el samurai, "Estoy comenzando a entender. Si el ciego puede cruzar así, yo debería poder también lograrlo."
Y luego su maestro dijo, "Por un año completo has caminado vuelta tras vuelta alrededor de la orilla del tatami, que es mucho más angosto que ese tronco; deberías poder cruzar."
Entendió y rápidamente cruzó al otro lado.

Su entrenamiento estaba terminado: tres años desarrolló la fuerza corporal; un año completo desarrolló su poder de concentración sobre una sola acción (caminar); y finalmente, encarando la muerte a la orilla del abismo, recibió su entrenamiento final de espíritu y mente.

LITERATURA

La reunión de Artes Marciales de los GatosTaisen Deshimaru

Traducido del libro "The Zen Way to the Martial Arts", Penguin/Arkanai.

Hace 200 años, en Japón, antes de la Restauración Meiji, existió un maestro de Kendo llamado Shoken, su hogar estaba infestada por una inmensa rata. Esta es una historia inusual de gatos y ratas.
Cada noche la rata grande llegaba a la casa de Shoken y lo mantenía despierto. Tenía que dormir durante el día. Consultó a un amigo que se dedicaba a criar gatos, algo así como un entenador de gatos. Shoken le dijo, "Préstame tu mejor gato".
El entrenador le prestó un gato de callejón, extremadamente rápido y un muy ávido cazador de ratas, con garras firmes y músculos de gran fuerza. Pero cuando se enfrentó cara a cara con la rata en la pieza, la rata no cedió terreno y el gato tuvo que darse la vuelta y correr. Había algo decididamente especial con aquella rata.
Shoken prestó entonces un segundo gato, uno de color gengibre, con un ki increíble y una personalidad agresiva. Este segundo gato no cedió terreno, de esta manera el gato y la rata lucharon; pero la rata lo superó y el gato tuvo que realizar una presurosa retirada.
Buscó un tercer gato, uno de color blanco y negro, lo enfrentó a la rata pero no corrió mejor suerte que los dos anteriores.
Shoken prestó un gato más, el cuarto; era negro, viejo y no estúpido, pero on era tan fuerte como el gato de callejón o el gato color gengibre. Entró al cuarto, la rata lo miró un poco y avanzó. El gato negro se sentó, muy imperturbado y se mantuvo completamente inmóvil. Uno titubeo cruzó la mente de la rata. Se acercó cautamente poco a poco; estaba sólo un poquito asustado. Repentinamente el gato lo agarró por el cuello, lo mató y se lo llevó arrastrando.
Posteriormente Shoken se fue a ver a su amigo entrenador de gatos y le dijo, "Cuantas veces he perseguido a esa rata con mi espada de madera, pero en vez de golpearlo me rasguñaba; como pudo tu gato negro deshacerse de él?"
El amigo le dijo, "Lo que deberíamos hacer es citar a una reunión y preguntarle directamente a los gatos. Tu eres un maestro de Kendo, tú haz las preguntas; estoy bastante suguro que todos entienden sobre artes marciales".
Así que hubo una reunión de gatos, era presidida por el gato negro que era el más viejo de todos. El gato de callejón tomó la palabra y dijo, "Soy muy fuerte".
El gato negro preguntó, "Entonces por qué no le venciste?"
El gato de callejón respondió, "Créanme, soy muy fuerte; sé cientos de diferentes técnicas para atrapar ratas. Mis garras son fuertes y mis músculos me dan un largo alcance. Pero esa rata no era una rata común y corriente".
El gato negro dijo entonces, "Entonces tu fuerza y tus técnicas no se compararon con las de aquella rata. Tendrás mucho músculo y nuchas wasa, pero habilidad sola no fue suficiente. De ninguna manera!"
El gato jengibre habló: "Soy enormemente fuerte, estoy constantemente ejercitando mi ki y mi respiración a través de zazen. Me alimento de vegetales y sopa de arroz, por ello tengo tanta energía. Pero me fue imposible vencer la rata. Por qué?
El gato negro respondió, "Tu actividad y energía son grandes, es cierto, pero la rata estaba más allá de tu energía; eres más débil que la gran rata. Si estás fijándote en tu ki, orgulloso de ella, se transforma en algo así como grasa. Tu ki es sólo una explosión transitoria, no puede durar y todo lo que queda es un gato furioso. Tu ki puede compararse con agua que fluye de una llave; pero la de la rata es como un gran geyser. Esa es la razón por la cual la rata fue más fuerte. Aunque tengas un ki muy fuerte, en realidad es débil pues confías demasiado en ti mismo."
Le llegó el turno de hablar al gato blanco y negro, quien también había sido vencido. El no era muy fuerte, pero era inteligente. Tenía satori, había terminado con wasa y utilizaba todo su tiempo practicando zazen. Pero no era mushotoku (eso es, sin metas ni deseos de ganancia), y él también se vio forzado a correr para sobrevivir.
El gato negro le dijo, "Eres extremadamente inteligente y fuerte también. Pero no pudiste vencer a la rata pues tenías un objetivo, de tal manera la intuición de la rata fue más efectiva que la tuya. En el instante que entraste a la pieza entendió tu actitud y estado mental y fue por eso que no pudiste vencerlo. Te fue imposible armonizar tu fuerza, tu técnica y tu conciencia activa; se quedaron separadas en vez de unirse en una.
"Mientras que yo, en un instante único, usé todas esas tres facultades inconcientemente, natural y automáticamente, y de esa manera me fue posible matar a la rata.
"Pero conozco un gato, en un pueblo no muy lejos de aquí, que es más fuerte aún que yo. El es muy, muy viejo y sus mostachos son grises. Lo conocí una vez, y ciertamente no hay nada que indique que es fuerte! Duerme todo el día. Nunca come carne ni siquiera pescado, sólo genmai (sopa de arroz), aunque a veces toma unas gotas de sake. Nunca ha atrapado una sola rata pues le tienen un miedo mortal y se arrancan de él como hojas al viento. Se mantienen tan alejados que nunca tiene la oportunidad de atrapar siquiera uno. Un día entró en una casa completamente infestada de ratas; bueno, todas las ratas desaparecieron ese mismo instante y se fueron a vivir en otras casas. Los podía espantar en sus sueños. Ese gato barbagris es misterioso e impresionante. Deben ser como él: más allá de las posturas, más allá de la respiración, más allá de la conciencia."
Para Shoken, el maestro de kendo, esta fue una gran lección.
En zazen, ya estás más allá de posturas, más allá de la respiración, más allá de la conciencia.

LITERATURA

EL SAMURAI Y EL PESCADOR

Por Richard Kim.

"The Weaponless Warriors", 1974. Ohara Publications, USA.

Durante la ocupación Satsuma de Okinawa, un Samurai japonés que le había prestado dinero a un pescador, hizo un viaje para recolectarlo a la provincia Itoman, donde vivía el pescador. No siéndole posible pagar, el pobre pescador huyó y trató de esconderse del Samurai, que era famoso por ser corto de genio. El Samurai fue a su hogar y al no encontrarlo ahí, lo buscó por todo el pueblo. A medida que se daba cuenta que no lo encontraba se volvió furioso. Finalmente, al atardecer, lo encontró bajo un barranco que lo escondía de la vista. En su enojo, desenvainó su espada y dijo: "Qué tienes para decirme", le gritó.
El pescador replicó, "Antes que me mate, me gustaría decir algo. Humildemente le pido esa posibilidad." El Samurai dijo, "Ingrato! Te presto dinero cuando lo necesitas y te doy un año para pagarme y me retribuyes de esta manera. Habla antes que cambie de parecer."
"Lo siento", dijo el pescador. "Lo que quería decir era ésto. Acabo de comenzar el aprendizaje del arte de la mano vacía y la primera cosa que he aprendido es el precepto: 'Si alzas tu mano, restringe tu temperamento; si tu temperamento se alza, restringe tu mano."
El Samurai quedó anonadado al escuchar esto de los labios de un simple pescador. Envainó su espada y dijo: "Bueno, tienes razón. Pero acuérdate de esto, volveré en un año a partir de hoy, y será mejor que tengas el dinero." Y se fue.
Había anochecido cuando el Samurai llegó a su casa y, como era costumbre, estaba a punto de anunciar su regreso, se vio sorprendido por un haz de luz que provenía de su pieza, a través de la puerta entreabierta.
Afinó su ojo y pudo ver a su esposa tendida durmiendo y el contorno impreciso de alguien que dormía a su lado. Muy sorprendido y explotando de ira se dio cuenta de que era un samurai!
Sacó su espada y sigilosamente se acercó a la puerta de su pieza. Levantó su espada preparándose para atacar a través de la puerta, cuando se acordó de las palabras del pescador: "Si tu mano se alza, restringe tu temperamento; si tu temperamento se alza restringe tu mano."
Volvió a la entrada y dijo en voz alta. "He vuelto". Su esposa se levantó, abriendo la puerta salió junto con la madre del Samurai para saludarlo. La madre vestida con ropas de él. Se había puesto ropas de Samurai para ahuyentar intrusos durante su ausencia.
El año pasó rápidamente y el día del cobro llegó. El Samurai hizo nuevamente el largo viaje. El pescador lo estaba esperando. Apenas vio al Samurai, este salió corriendo y le dijo: "He tenido un buen año. Aquí está lo que le debo y además los intereses. No sé cómo darle las gracias!"
El Samurai puso su mano sobre el hombro del pescador y dijo: "Quédate con tu dinero. No me debes nada. Soy yo el que está en deuda.